Al-AndalusCulturaIslamLiteraturaPaíses y Regiones

LITERATURA MÉDICA ISLÁMICA EN AL-ANDALUS

Preparación de un antídoto. Materia Médica de Dioscórides. (Tomado de Fundación el Legado Andalusí)

Los médicos árabes, al describir las enfermedades de los órganos y del cuerpo en su conjunto, la ordenación que adoptan es la alejandrina, es decir, inician su descripción comenzando por las enfermedades de la cabeza (cabello, cerebro, ojo, oído, nariz, boca, garganta, etc.), y terminan con las que afectan a los pies.

Sólo un médico se saltará el orden establecido, el cordobés Averroes (1126-1198), quien dotará a su tratado, Libro de las generalidades de la medicina -Colliget para el mundo latino- de una originalidad, que, como afirman los especialistas, hace pensar en un plan de estudios de una Facultad de Medicina, al distribuirlo en Anatomía y Fisiología, Patología, Sintomatología, Farmacología y Dietética, Conservación de la salud y Terapéutica.

La literatura médica islámica producirá, dos tipos de redacciones:

Unas, que son tratados de higiene o regímenes de salud, que se redactan ya por encargo de una autoridad en particular, ya para el público en general, que recogen las formas de vida adecuadas capaces de proporcionar al individuo la salud durante toda su vida.



Otras, que son extensos tratados de patología, perfectamente estructurados y en los que puede encontrarse desde los fundamentos filosóficos naturales de la medicina hasta las características de todas y cada una de las enfermedades con sus respectivos tratamientos.

Pero generarán además libros de cirugía, oftalmología y farmacología. Valga como ejemplo la obra del médico cordobés Ibn Yulyul, quién además de formar parte del equipo que tradujo en Córdoba el libro de la Materia Médica del persa Dioscórides -obra que se mantuvo como base de la medicina occidental hasta bien entrado el siglo XVIII- compondrá en el año 982, como complemento del mismo, su obra titulada Libro de la explicación de los nombres de los medicamentos simples tomados del libro de Dioscórides, en la página que identifica los nombre griegos de los medicamentos imples, Ibn Yulyul, realiza esta tarea indicando el mayor número de sinónimos posibles conocidos en distintas lenguas, desde el árabe hasta el latín, pasando también por otras como el persa, el siriaco y el hindú.

Y la obra del malagueño Ibn al-Baytar (m. 1248). al-Yami` (Colección de medicamentos y alimentos). Ingente composición ordenada alfabéticamente, en ella se estudian alrededor de 1.400 medicamentos y alimentos extraídos de los reinos vegetal, animal y mineral -de los cuales más de 300 son aportaciones árabes- exponiéndose con todo detalle las cualidades físicas y las funciones terapéuticas de cada uno de ellos; e igualmente, el proceso de ejecución de las recetas, las dosis y sus formas de administración. Considera su autor que la botánica y la farmacología son ciencias de apoyo a la medicina.


Por lo que atañe a la cirugía -como afirma Schipperges- “con la cirugía árabe no sólo se transmitió el conocimiento de amplias partes de la anatomía y de la fisiología, sino también de numerosas especialidades, desde la obstetricia hasta las otalgias, oftalmías y odontología”.

La aportación más importante en el campo de la cirugía se debe a otro médico andalusí, al cordobés Abu-l-Qasim al-Zahrawi (926-1013) -Abulcasis para el mundo latino- quien en el libro 30 de su extenso tratado, Tasrif (Libro que permite actuar a quien quiere prescindir de otras complicaciones), ofrece abundantes aportaciones propias.

Consta la obra de tres partes, y en ella trata el autor de la naturaleza del hombre y su temperamento; anatomía, patología, clasificación de las enfermedades, síntomas y tratamiento,higiene, dieta y farmacología, con especial atención a las drogas que se encuentran o utilizan en al-Andalus. La anatomía es desarrollada con gran cuidado por ser disciplina indispensable para el cirujano y en patología se analizan 325 enfermedades.



Con todo, la fama de Abdulcais se debe al libro 30 y último del tratado, que es un completísimo tratado de cirugía que se divide en tres partes: 1) La cauterización con cauterios y con caústicos aplicada a 50 tipos de enfermedades. 2) Intervenciones quirúrgicas. 3) Fracturas, dislocaciones y luxaciones.

El libro está ilustrado con gran abundancia de dibujos de instrumentos quirúrgicos, que le aportan extraordinario valor. Gozaría de gran prestigio en Occidente hasta el siglo XVIII; traducido al latín por Gerardo de Cremona, se convirtió a partir del siglo XII en el fundamento de todos los textos quirúrgicos medievales.

Los escritos que describen y tratan la enfermedad, como las grandes enciclopedias de al-Razi (865-932), Avicena (980-1037), al-Mayusi (m. 983) y de los andalusíes Avenzoar (m. 1162), y Averroes (1126-1198), cuyas obras, el Taysir y el Colliget, son consideradas complementarias por ser la primera un manual que incluye los conocimientos que el médico debe poseer y todos los detalles de la terapéutica práctica; y la segunda, un tratado que versa sobre los principios básicos de la medicina partiendo de las generalidades, puesto que en él se estudian los elementos, las complexiones, y la fisiología y anatomía del cuerpo hasta llegar a las particularidades con el desarrollo de la higiene, los medicamentos, y las causas, los signos y la curación de la enfermedad.

Una vez que estos tratados fueron vertidos al latín, entre finales del siglo XI y finales del siglo XII, se hicieron todos ellos muy famosos y populares. Porque, como afirma García Ballester, “aunque eran escritos extensos, estaban perfectamente estructurados”. Y porque en ellos era posible encontrar desde los fundamentos filosófico-naturales de la medicina, hasta la características de todas y cada una de las enfermedades, las formas de tratamiento quirúrgico y el listado alfabético de las medicinas simples con sus características complexionales, y toda una colección de recetas (los llamados Antidotarios) extremadamenteútiles, no sólo porque ya venían preparadas para su dispensación y aplicación, sino porque su composición venía avalada por la autoridad y el prestigio del autor”.

La cima indiscutible de la medicina medieval fue El libro del Canon de la medicina de Avicena (980-1037). Esta obra, desarrollada en cinco libros, y divididos a su vez cada uno de ellos en disciplinas, categorías, secciones y capítulos, recoge todo el saber médico de su tiempo, desde la conceptuación de la medicina hasta la toxicología y la dietética. Una vez fue traducido al latín por Gerardo de Cremona antes de 1187, sería la base de la medicina occidental y se convirtió en la indiscutible autoridad a lo largo de todo un milenio.



El primer libro de medicina que se redacta en lengua castellana: El sumario de la medicina del médico zamorano, Francisco López de Villalobos, tenga como base esta fuente árabe:la medicina medieval castellana, cuya andadura se inicia a partir de las traducciones de los tratados árabes. López de Villalobos redactó su libro en romance, como hacen los médicos árabes, esto es, divulgar la medicina mediante su composición en verso. Y, de una manera especial, en el léxico que estará todo él salpicado de arabismos.

Una contribución importante a la medicina andalusí fueron también los escritos que sus médicos compusieron sobre la peste negra. Entre ellos destaca el opúsculo redactado por el médico granadino, Ibn al-Jatib que le dio la fama entre los historiadores de la medicina como el último de los grandes médicos andalusíes. En él defendió el punto de vista racional al determinar que la peste era un plaga que se propagaba por contagio y no un castigo divino, lo que significaba una audaz afirmación en una época de rígida ortodoxia.


(Extractos de ” LA DEUDA OLVIDADA DE OCCIDENTE. Aportaciones del Islam a la civilización occidental” de Francisco Vidal Castro (coord). María de la Concepción Vázquez de Benito – Fundación Ramón Areces.

©2011-paginasarabes®

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

3 × 2 =

La moderación de comentarios está activada. Su comentario podría tardar cierto tiempo en aparecer.